Gracias por la imagen a Lucila Bertotti (Sitas)
Traslademoslo ahora al terreno de lo sentimental. De lo que nos gusta.
El Cestoball no paró nunca. Y lo digo más allá de uno de los slogans que usamos durante el verano, en ocasión de nuestra cobertura permanente, aun en Post Temporada.
Si. Por supuesto que muchas deben sentir el rigor de los entrenamientos previos por haber estado dos meses inactivas. Que más allá de que otras participaron en el Beach Cestoball, estuvieron en las últimas semanas ajustando detalles técnicos y tácticos. Y por último, alguna se habrá sumado más tarde a la pretemporada porque en su laburo no pudo tomarse antes vacaciones.
No tocaste una pelota durante bastante tiempo ¿Pero quién puede decir que el Cestoball paró? Si es ese deporte que llevamos dentro del corazón, ya sea dentro de la cancha, esperando la oportunidad de entrar, dirigiendo un equipo, como delegada, en alguna comisión, arbitrando un partido, o en mi caso, desde la comunicación. Y por supuesto, también cuando estamos fuera de ese terreno de juego.
Esta presente en nuestras familias, en nuestras charlas. Cuando hablamos con alguien que no lo conoce y le explicamos de qué se trata.
Está presente en el sentimiento de querer que crezca, de luchar contra las adversidades, de defender la posibilidad de practicarlo y entrenar, teniendo que ponerte frente a frente con situaciones que excenden la superficie de parquet donde cada fin de semana buscas ser más rápida, saltar más alto, anotar más goles.
Este fin de semana empieza oficialmente una nueva temporada. Es una nueva etapa en el calendario, pero se trata de la continuidad en la vida de éste deporte que elegimos jugar.
Habrá compañeras que tal vez ya no compartan la cancha con vos. Porque decidieron retirarse, porque están esperando un bebé, porque algún motivo se los impide. Pero no por eso dejarán de ser parte de tu equipo y del gran equipo que es nuestro Cestoball, en todo el país.
Al inicio del partido todos queremos ganar. Algunos tendrán más recursos, más técnica, más velocidad. Otros tendrán más limitaciones. Pero el corazón y el amor por el Cestoball nos une, y va a empujarnos a ir para adelante. Y cuando suene la chicharra final, más allá del resultado, de la alegría por la victoria, de la bronca por la derrota, al momento de saludar a compañeras y rivales, a la familia y los amigos que gritaron mientras duró el partido, cuando salis del club al fresquito de la calle con todo el calor corporal que no se quiere escapar de abajo de esa camiseta que tanto transpiras, ahí es cuando más te das cuenta conciente o inconcientemente de que vale la pena ser parte de ésto. Ser parte del Cestoball Argentino.
Comienza una nueva etapa. Y vos sos parte. Gracias por eso.
Juan Payllalef
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