miércoles, 12 de septiembre de 2012

El legado de Elvia Sampietro


Palabras escritas por Luciana Sampietro para una publicación del Instituto de Educación Física de Santa Fe, iniciativa de los alumnos de la primera promoción, por su 50 Aniversario. En la foto, Elvia Sampietro y Sara Closas en el Campeonato Argentino de 1974, junto al entonces Gobernador de Corrientes Julio Romero.


Sus seres más cercanos aún no encontramos –ni lo haremos- las palabras precisas para referirnos a su historia, a sus virtudes, a su pasión por la vida, a su vocación de servicio, al dolor de su ausencia y a la alegría de su presencia. Todo resulta escaso, insuficiente y fugaz.
Desde un lugar más común, más “de todos” y a la vez íntimo, es desde dónde tal vez podamos arrimar unas palabras en su memoria, y en ellas, un reconocimiento al Instituto Nacional de Educación Física de Santa Fe. Esto es, desde el lugar de un ciudadano más de Corrientes.

De ese Instituto que hoy cumple 50 años, florecieron por doquier hacedores de ésta patria nuestra. Formadores de hombres y mujeres de bien. Los más queridos siempre, los “profes”. Las manos tendidas, los corazones abiertos, las voces alrededor del fogón, los consejos y los silbatazos en las canchas, los “juegos pasivos” para días de lluvia. El color real y la vibración profunda de esas escuelas, de esos nuevos institutos, de esos clubes, de esas aulas, de esos patios. Entre ellos, Elvia.


El liderazgo se evidencia en aquellas personas que tienen la capacidad de tomar en sus manos su destino y llevarlo hacia adelante viviendo el presente y adelantándose al futuro. Ella supo asumir los cambios sociales de su tiempo con gran capacidad de enfrentamiento y valentía, aportando un valiosísimo bagaje moral e intelectual, y sobre todo, fue pilar abanderada del impulso femenino en el deporte y la cultura de nuestra provincia. 


Prueba de ello es el galardón del Comité Olímpico Nacional por su trayectoria deportiva. Ella aportó de manera considerable y de modo EJEMPLAR, al avance de la mujer en el deporte y en la sociedad, en un contexto por demás desfavorable, supo captar talentos femeninos y engrosar las filas de mujeres del mundo del deporte (a quienes por naturaleza y circunstancias siempre les resulta más difícil afrontar los desafíos de la actividad física y más de la de alto rendimiento, en vista de sus múltiples funciones sociales). 

Fortaleció como nadie antes ni después la Federación Correntina de Cestoball, que afiliada a la Confederación Argentina de Cesto desde 1955, organizó varios campeonatos argentinos (1964, 1974, 1976, 1980, 1993, 1994, 1996, 1999.), una Copa América, el Primer “Mundial” de Cesto, y extensos etcéteras. A la par de ello, su trayectoria como Profesora de Educación Física fue destacada, y muestra de ello es que su nombre figura en el bronce de las paredes de su querida Escuela Normal Juan Pujol, al ser con él designado el Departamento de Educación Física de la institución, por iniciativa de sus colegas.
Porque en ésta tierra vieja de sangres mezcladas, de agreste naturaleza y música de leyendas… pero nueva en un mundo vertiginoso y cambiante, fue ella. No antes ni después fue su tiempo. Y con potencia fundadora y fuerza vital femenina, fue mujer plena, singular, líder, convocante y maternal.
De las herramientas y las vivencias del Instituto, de esas amistades, de esos profesores; pudo obtener la clave de sus logros, el equilibrio entre el sueño y la posibilidad de realizarlo, entre la planificación y la acción. El Instituto fue la savia y la luz que encauzó su amor por la vida, su pura vocación docente y de servicio. Fue grande su legado, y como ella misma lo dijo “una herencia muy dura porque está sustentada en el trabajo”, y no podría haber sido lo que fue, sin esa, su adorada época feliz del Instituto.
Corrientes y el deporte nacional le estarán siempre agradecidos.  
                              


                               El Cesto de siempre está en

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